Placer adúltero

9:11:00 p. m.








Me regalaron unas natillas de chocolate de leche de arroz hace varios días y las tenía en la nevera reservándolas como quien guarda un vino añejo para celebrar alguna ocasión. 

Pues no había mejor momento que ahora, mañana quizá no pueda. Sola, a oscuras y con los ojos cerrados. Cualquiera diría que celebraba una orgía. Y qué razón tenía... 



No es una parodia, de verdad, pero os lo cuento. Esto de agarrar la tarrina... no sé, como un adolescente que toca un pecho por primara vez. Destaparla despacio y escuchar cómo se despega el plástico que la cubre. Desde luego, chupar la tapa y descubrir por fin a qué sabe, a cuenta gotas. 

Bueno, después de los preliminares, la tarrina, una cuchara bonita y yo hemos acabado en el sofá, con la única luz de una lámpara de sal. 

Me he puesto cómoda, he respirado profundo mientras me deleitaba mirándola entre sombras y, cuando por fin estábamos a solas, sin pensamientos invadiendo mi mente, me ha penetrado ella. 

¡Madre mía! ¡Pero qué éxtasis! Después de la primera cucharada he tenido que cerrar los ojos porque era irresistible tanto placer concentrado. Así era hasta un poco tenso, como la primera vez del adolescente. Mi mano no acertaba bien en dónde estaba mi boca, temía derramar algo, pero es cuestión de práctica. Parece mentira, tantos años comiendo y sin atinar a ciegas.

Tengo que reconocer que a mitad del postre se me ha ido el santo al cielo pensando en cosas de las que no me acuerdo. Seguro que me comprendéis los que en pleno acto sexual os ponéis a meditar en la alineación de fútbol del Madrid o en la celulitis del tobillo. 

Pero bueno, c'est la vie, ¿no? Cuando he visto que casi no quedaba nada, he recuperado el placer que dejé de sentir en esos pequeños instantes en los que pensaba en telarañas. Y, entonces, ha resucitado el amor entre la tarrina y yo. Ahora con ansia de sentirla, de aprovecharla. Chupando las paredes, metiendo el dedo rebañando hasta el último suspiro antes de su entierro digno. 


Hoy es real, no es una metáfora inventada de la vida para reflexionar. La vida sí lo es. Observa. Mira. Enamórate. 







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2 comentarios

  1. Tienes el mejor juego de palabras. Deberías escribir un libro, con pequeñas historias, tal reales como la metáfora del sexy y el extasís del helado.

    Leerte, es devolver al mundo al silencio. Un placer leerte, la pena es lo poco que lo haces, con toda la materia prima que tienes.
    IM-presionante.

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    1. ¡Muchas gracias! Este texto es literal y real jaja me comí esas natillas así. Lo que pasa es que, mientras lo hacía, me di cuenta de que hasta ese simple hecho es una metáfora de lo que es la vida, de cómo deberíamos tomárnosla y aprovecharla. Sin embargo, igual que con las natillas, la disfrutamos mucho al principio y después, hasta que no nos damos cuenta de que se está acabando, no la aprovechamos intensamente.

      ¡Me alegro de que te gustara! Un poco sexy sí que era... la comida es completamente excitante para los sentidos.

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