"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar".
10:52:00 p. m.
Hace unos días estuve en Italia y cada vez que viajo aprendo
algo.
Júpiter es el regente de mi casa IX y, desde el Ascendente,
hace trígono a Saturno, Urano y Neptuno. De verdad que tengo una suerte para
encontrar maestros y personas que desinteresadamente me ayudan desde el
extranjero que siento que tengo que hacer algo a cambio, por lo menos
compartirlo.
Me encontraba en plena crisis existencial, muchos cambios
para una Luna en Tauro. Había planeado ir pero no me decidía a comprar los
billetes y demás. Sentía que al volver de allí sería un antes y un después. Creía
que no podía enfrentarlo.
Nos acababan de robar la furgoneta, no quería gastar dinero
de más y los billetes para estas fechas me parecían un poco caros, pretendía
trabajar y "hacer el agosto". Mi relación sentimental estaba en un
limbo, así que, pensaba encerrarme en casa a que pasara la tempestad, que no
sucediera nada más.
Decidí que no iba, pero todas las situaciones me empujaban a
ello hasta que, me llama Claudio diciendo que había encontrado una súper oferta de vuelo y, sin pensarlo, en ese
mismo momento, la compro. Ya estaba hecho.
No sabía en las condiciones que iba, ni dónde dormiría, ni
con quién, ni qué había allí que me interesara conocer... Nada. Pero me lancé.
Nada más llegar, además de descubrir que sorprendentemente en Bolonia hace más
calor que en Madrid, me estaba esperando un abrazo amigo aún más caluroso.
Cogimos el bus del aeropuerto a la ciudad mientras nos adentrábamos en su maravillosa historia. Resulta que tiene forma de carta natal y está tan
perfectamente organizada de acuerdo a su energía que cuenta con doce puertas,
asociadas a los doce signos del zodiaco, colocadas alrededor del centro
histórico recordando por dónde pasaba la muralla que la protegía. Cada una al
final de una carretera radial y siguiendo el orden zodiacal. La puerta de
Aries, al lado de un cuartel militar, con formas picudas de ladrillo. La de Géminis
es la única que tiene dos torreoncitos, la de Sagitario es donde está justo la
Universidad... Así fuimos recorriendo las distintas áreas observando cómo iba
cambiando el panorama.
(Porta Saragozza, Bologna).
Asombroso. ¿Quién podría haberla organizado mejor? ¿Cómo
podría ser todo eso casualidad? Empezaba la magia.
Después del viaje turístico en autobús llegamos a la zona donde iba a vivir esos días. Para mi sorpresa, una amiga de Claudio me dejaba su casa
entera. Justo "coincidió"
que el día que yo llegaba, ella se iba a la playa y volvía cuando me
iba. De verdad que el Universo de otra
cosa no, pero en tiempos, es un experto.
La casa era de mis sueños, de verdad, imposible gustarme más.
Poco a poco me fui adentrando en su
energía, en la de la dueña, a quien no conocía de absolutamente nada. Era una
sensación realmente extraña que alguien confiara tanto como para compartir toda
su intimidad, su despensa, sus sábanas, su tesoro de libros. Desde luego todo
lo contrario a mí, que casi ni el gato entra en mi habitación.
De repente me sentía empoderada, sumamente autónoma, libre,
segura de mí misma. Sentía una independencia y madurez maravillosas. Ni
siquiera sabía cuántos años tenía, pero imaginaba que unos cincuenta por la
calidad de vida que percibía.
Parecía que era la casa de una mujer soltera, sin hijos, muy
centrada en su carrera, súper profesional, de vuelta de toda creencia femenina tradicional.
Tuve la oportunidad de probarme otro tipo de vida contraria a
la que solía desear. Era como si fuera mi yo del futuro encarnado en casa estuviera dispuesto a mostrarme que había más mundo fuera de lo que nos han hecho creer y
desear, que tengo permiso para vivir lo que yo quiera que sea mi realidad. Que
puedo elegir, crear y probar lo que necesite
y saltar los límites de esta mentalidad. Quizá por eso destruyeron la
muralla de Bolonia dejando solo sus puertas. A veces los límites nos protegen,
pero también nos impiden crecer.
Esta mujer tiene una pequeñita terraza en su dormitorio y me
encantaba salir para asomarme al cielo antes de ir a dormir. Una mañana al
despertarme sentí con fuerza que en la casa III de ella debía de estar el signo
de Acuario y fue así como empecé a poner en práctica lo que nos había enseñado
en clase Tito Maciá:
"Si en la casa III está Acuario, en el dormitorio hay
una terraza para poder ver las estrellas". Si además en el salón (la casa V) estoy viendo
que hay una chimenea, en una esquina, picuda, con los típicos utensilios de
hierro con los que podrías abrirle la cabeza a alguien si surge el momento,
deduzco que solo podía encontrarse Aries (o Marte). Si en el baño (la casa VIII) veo un
espejo de estos que giras y te ves en aumento, así como bastantes perfumes,
maquillajes y un tocador bonito, está Venus. Si hay un espejo que ocupa toda la pared, solo podía ser obra de Cáncer o la
Luna. Etc.
De verdad, ojalá me dejara publicar las fotos de esa casa y
su carta porque cumplía las normas a rajatabla. Después Claudio confirmó que era como lo había
sentido. ¡Pero qué éxtasis al descubrir que cada detalle astrológico tenía su
representación oficial en su hogar! No sé, dime si no te enamoras cuando en el
área de la cocina (casa IV) descubres que está Piscis y ¡no tiene paredes! Pero las que hay alrededor son moradas. Que cuesta
distinguir el límite entre el salón, el comedor o el fogón. Era una perfecta
proyección suya. Evidentemente no todos conseguimos vivir en la casa de
nuestros sueños, pero ella si lo hacía.
Esa experiencia de probarse otras vidas es la misma que
cuando en las constelaciones familiares hacemos de representantes o a la hora de interpretar la carta de alguien. ¿Y cuando te enamoras de
una persona con Venus en Acuario? Pues te vuelves astróloga. ¿Y si además tiene
cuadraturas con Marte y Plutón? Quizá eres la otra, o te obsesionas, lo violas
o te dejas poseer, váyase usted a saber. El caso es que te conviertes en la
perfecta actriz que necesita para representar su tragicomedia, pero no sabía
que también mi vida podría cambiar tanto por unos pocos días en otro hogar.
A ver quién descubre qué es lo que se escenificó al vivir su
Venus en Cáncer en casa VIII en cuadratura a Urano en Libra en su casa XI.
Estaba claro.
La verdad es que yo pasaba por aquí porque pretendía contar
otra cosa, pero siempre me lío.
Al día siguiente a medio día tenía que encontrarme con
Claudio en un punto intermedio entre su casa y la mía. Hablamos por teléfono y
empieza a darme las explicaciones de cómo llegar.
- Sales de casa, bajas la cuesta, sigues hacia la
izquierda, coges la calle Nosequénini y cuando llegues ahí me llamas.
- Pero Claudio, dime el punto exacto donde nos vemos y lo
pongo en Google Maps, lo estudio en casa y voy a tiro hecho. Mándamelo por escrito que no lo entiendo. (Tan metafórico...).
- La Via Noséquénini, número 9698986... blablabla.
- Ok.
Al rato lo llamo:
- Claudio, me has dicho la calle Noséquénini ¡pero hay dos
que se llaman así! ¿Qué nombre exacto tiene? (Puntualizar que su Sol está en Piscis sobra, ¿no?).
- Es Via Tinoni Noséquénini. Número 98630824087, pero cuando
llegues a la Via PizzaMargarita tú me llamas y te indico cómo llegar.
Ya nerviosa, sin conocer la ciudad, sin el bendito GPS que
uso hasta para ir a por el pan, casi me pongo a llorar.
- Pero Claudio, que no conozco nada, me voy a perder, ¿no
podemos quedar en un punto exacto y ya me apaño yo para llegar?
Insiste en que no me preocupe, al final me dice más o menos
un número de calle, cuando llego allí obedezco y lo llamo. Me explica hasta
dónde ir aunque me da el nombre de otra calle diferente, aun así sé que he
llagado donde él quería, aunque todavía no está.
Lo vuelvo a llamar para ver si estoy donde tengo que estar y
me da nuevas indicaciones:
- ¿Ves "el estrachelito" con arbolitos?
- ¿Qué es "el estrachelito", Claudio?
- El caminito.
- ¡Síííí, lo veo!
- Ve por ahí que nos encontramos.
Qué angustia tan familiar..., aun así, lo conseguimos.
(Señal al final de la primera calle).
Bueno pues esto pasa continuamente y nunca jamás escucho
las indicaciones que dan porque creo que soy incapaz de orientarme sin GPS.
Quien me conoce, sabe que odiaba perderme, que antes me ponía de una mala leche
increíble cuando (hasta con el TomTom) me confundía. Que me gusta ir directa, a
tiro hecho, rápido y sin pensar. Lo que es una Aries. Que necesito saber a dónde
voy, para qué quieres que vaya a ese sitio, qué voy a encontrar allí...
Al fin, al fin aprendo, que lo que importa es recorrer el
camino, no el destino. Que debo confiar en mi intuición, ir atenta a las señales y que no necesito un
GPS ni una carta astral que me diga qué camino tomar. Que el recorrido se va
haciendo por etapas, no te pueden informar exactamente dónde ni cuándo vas a
llegar, porque depende de cómo y cuánto muevas el culo del sofá. Que cuando hayas cumplido una meta, otra a continuación vendrá.
Vale, son las típicas frases de Paulo Coelho, estoy de
acuerdo. Pero la mente comprende lo que experimenta el cuerpo. Si no, dime tú
por qué tocaste aquella vez el fuego.
Firmado: Marte en Acuario.
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